contemplando las saladas esculturas diseminadas,
camafeos en el pecho de una tierra,
catedrales de universo,
esculturas no hechas de manos,
trenzas duras que el océano hila.
Me inclino frente a ellas con devoción serena
y tomo en mis manos estas hijas marinas,
maravillas en las sedas de la ola, salidas
del cofre azur, arrojadas
por la abundante belleza.
Así oro, así adoro al Padre
temblando de emoción ante toda la Belleza
de estas ánforas silenciosas
tiradas frente a mí."
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