lunes, 3 de septiembre de 2007

PROSA POETICA

Qué silencio seco y amarillo quebrado por los chirridos de las cigarras y los grillos de los campos me acompaña.Mañana de verano. Hago mi caminata de todos los días, todo el año, envuelta en los aromas del campo chileno, bello entre los bellos. El sol devora a besos a la colina con sus labios poderosos.El olor a heno lo impregna todo.Busco la sombra buena de un árbol y me arrimo al sauce, con sus largos brazos y sus piernas de raíces retorcidas. Me acoge, y, creo, me acuna, y parece que me habla con sus susurros de hojas como un violín vegetal y cimbriante en el arco de la brisa. Como un loco se me ocurre besar su sombra y lo hago. Nunca he visto a nadie por este paradisíaco paisaje. En los inviernos los bellos adiantuim, con sus tallos negros y sus hojuelas que aplauden con tanta alegría son sólo degustados por mis ojos y por nadie más. Hasta que mueren como cisnes diminutos, doblando sus egregios cuellos.Gustan residir bajo los boldos. Son joyas que dejan embelesados...y por los senderos, al pie de los altos árboles, los eucaliptus, después de las lluvias, viene la cofradía de hongos y honguillos, cada cual más adornado y único como en un carnaval secreto.Y digo vienen porque se enfilan pero son la quietud misma.Pero ya es verano. Las cigarras han despertado, de pronto, todas juntas, después de diecisiete años de silencio, se dice, y he tenido la suerte, la bendidión de estar allí. Ha sido como una catarata de voces del bosque, de castañuelas incansables...Me acomodo en la ovoidal sombra de mi árbol y me aduermo un rato; después, leo, a mis poetas amados...y luego escribo mis propios poemas: Son la tres actividades que hago con delectación y que me hacen ser ciudadana del Paraíso, sin duda.
Recuerdos de mi estadía en El Belloto. Noviembre del 2006.

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