martes, 14 de agosto de 2007

EL BOSQUE

Lentamente se abren en la luz
las pupilas de los árboles
con una cadencia tan sutil
como tiembla a lo lejos un astro.
El vuelo de una mariposa es tan magnífica
representación de la Belleza
que se enhebra entre las hojas
como si fuera una alabanza
volante.
Las rosas de sereno rostro
erguidas como íconos
orando colores
yacen junto a la cascada pura;
ellas bien se hermanan con el mar...
con la montaña;
con el mirar limpio
de un alma enamorada de Dios.
En el silencio que tiene en su pecho
el grácil musitar del agua
que pisa con sus desnudos pies
y tiene el arpegio de un pájaro en su vuelo
cruzando los ramajes prendidos
a una sinfonía de maderas
sólo puedo murmurar una alabanza...
sólo puedo murmurar una alabanza...
sólo puedo murmurar una alabanza...
Quilpué, 14 de Agosto del 2007

19:53


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