
Todo el universo es un templo
y sólo el Amor lo adorna
y tranquiliza a las rosas.
Tuvieron que abrazarse muchos soles
para que ellas nacieran;
para que la brisa se entretejiera
con sus bellísimos pétalos.
No hay que levantar la voz
en este templo hermoso.
Bajan los párpados las flores
hacen así sus reverencias.
En lo alto la lámpara magnífica del sol
lo corona todo.
Está recamada la tierra.
Cada hoja en una joya.
Cada pupila el espejo
donde se mira Dios
Chile, Quilpué, 14 de Agosto del 2007
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