lunes, 13 de agosto de 2007

EL EXTERMINIO (la moral de los años 50 ).

En la ola del exterminio nací. Me acogieron
llamaradas frías. Estaba preparado
mi camino en bajada. Un aguacero continuo
me esperaba y bajo él jugué
vistiendo muñecas.
Desde que me puse de pie ya estaba señalado
dónde y cómo debía
poner el pie esclavo.
No existía para mí el "yo quiero"
Parecían mortajas pequeñitas mis vestidos
de organza. Y yo extendía las manos y reía
y quería ser princesa.
Y era mi madre el astuto cancerbero
y era la patria el patio del cancerbero.
Solícitos vinieron los verdugos,
algunos para desposarme.
Querían estrujar para sacar mis jugos como
a otro limón desamparado.
Y robarme el tiempo, el tiempo donde todo rema,
donde crece y se extiende la copa vigorosa
como la de los árboles frondosos.
Las horas sagradas donde se escribe el poema
me las querían quitar como asaltantes.
Al servicio de la especie, me dijeron.
Yo estaba al servicio de la especie y mi razón de existir
era acunar nuevos esclavos.
Ni nombrar querer ser poeta a no ser
que sea una vergüenza para el Verbo:
una señora parlante;
ella hace panegíricos a las rosas de su patio,
a su nuera y a su nieta
y recita sus poemas. Afuera llueve
y la poesía se acongoja y sale huyendo.
En una palabra: Querían que dejara de ser hombre,
que renunciara a ser Hombre
y palpar el universo
desde sí mismo,
como todo hombre habría de hacerlo.
Y así crear Belleza
como todo lo viviente.
Y hasta la más humilde hierba
eleva su flor, reclamé.
Menos la mujer, la
muriente, le dije al mundo.
Y el mundo me odió por esto.
Chile, Quilpué, 21 de Julio del 2007.
0:53

1 comentario:

Unknown dijo...

Versos alados en la noche
herida de lunas
y silencios.
Bocas que sueñan
tus dedos
y tu mirada
celeste.
Palabras de harina
y flor de viento
en tus labios.
Amaneces plena
de bondad.