domingo, 19 de agosto de 2007

LEYENDO LAS HORAS SILENCIOSAS

Cuando llegues tendrás mis brazos abiertos de par en par.
Como en una cruz de dicha. Serán dos alas sacrosantas desplegadas.
Seré tu luz y tu camino porque he horadado el horizonte para ti.
Seré un oleaje en pleamar y mis besos serán la espuma a tus pies.
Un vuelo seré y me posaré a tu lado.
Una bocanada de brisa sobre tu rostro, besadora.
Nadie soy sin ti, soy invisible.
Un poeta es nadie sin almas que liben
la poesía que será
el único lenguaje del mañana.
Te hilaré de nuevo, finamente, delicadamente.
Seré un manojo azul sobre tu pecho.
Un aplaudir de plateados eucaliptus.
Te amo y al decirlo ha nacido un sol.
Por esto, será el amor el que te reciba has de saber.
El que tiene tantos rostros y una sola mirada.
En el silencio se ha dormido como en la montaña las sombras lilas.
Aromas. Vendrán aromas heraldas.
Un acompañar de vuelos azules encima
El amor viniendo hacia ti como un sínodo de ángeles te dará la bienvenida.
El ha esperado con sus grandes ojos subido en la torre más alta.
En el atalaya que tiene el mundo, él ha estado allá arriba con las ráfagas tremendas
que tiene el viento de altura
como lo hace el arcángel que vigila.
Vedlo. Es el amor el que yace allá arriba
con su cabellera volante, su fidelidad...
Es mi amor por ti, el amor, el mismo que sostiene los pétalos y los vuelos.
Te espera y espera y vuelve a esperarte.
Tiene el desierto en sus pupilas y tiene el mar...

2 de Agosto del 2007.




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